Pink Ice Cream Bar
Mostrando entradas con la etiqueta Ptasie. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Ptasie. Mostrar todas las entradas

sábado, 21 de noviembre de 2020

Gombrowicz y las golosinas. Breve panorama sobre las golosinas polacas que nunca probé

Ordenando archivos viejos encontré esta colaboración que realice para el Congreso Gombrowicz, allá por el año 2019.


Empecemos,

En Ferdydurke novela publicada en 1937 el escritor polaco dice: 


"Ni por un momento pude olvidarme del inframundo de los infra hombres, y temiéndolo pánicamente, temblando convulsivamente al solo recuerdo de su pantanoso verdor, no podía sin embargo liberarme, fascinado como un pajarito por una serpiente! Como si yo, contrariando la naturaleza, simpatizase con la esfera baja y la amase agradeciéndole que perpetuase en mí al niño. Oh, rozar aquel mundo elevado, adulto, y no poder entrar; estar a un paso de la distinción, elegancia, sabiduría, dignidad, de los juicios maduros, del mutuo respeto, de la jerarquía, de los valores, y no lamer esas golosinas sino a través del vidrio, no tener acceso a esos asuntos, ser secundario! ¡Convivir con los adultos y siempre, como en el decimosexto año, tener la impresión de que solamente se finge ser adulto!"


En este pasaje, el personaje hace un retrato sobre el mundo adulto y su extrañamiento frente a los tópicos que lo atraviesan, y es curioso que denomine a esos supuestos atributos maduros como "golosinas".  Y es así que entonces y en relación al tema que nos ocupasurge una pregunta muy válida y no siempre debatida: ¿Son las golosinas productos para niños o para adultos?, problema que en lo personal  me quita al sueño. 

Pese a que la iniciación en el consumo de las golosinas, quiero decir con esto el primer amor para con ellas, experiencia que nos marcará de por vida y trazará nuestras relaciones subsiguientes con los dulces, sucede  paradójicamente, en el momento en que nos salen nuestros primeros dientes, es nuestra primera infancia, sería injusto limitar su consumo a solo un fragmento de nuestra vida. Mucho más injusto aún sería considerar que ese placer producido por el consumo de estos dulces productos tenga un fin. 

Para quienes entendemos ese amor por las golosinas y de alguna manera necesitamos ese subidón del shock de azúcar para resistir a la dura realidad que nos impone el mundo en que habitamos nos es francamente imposible considerar que las golosinas sean un producto con fecha de caducidad. 

Las golosinas deben consumirse, con cautela sí, con limitaciones sí, y por sobre todo con responsabilidad, en todas las etapas de nuestra vida. 

Probablemente existan diferentes tipos de golosinas para las diferentes etapas de nuestra vida, porque mutamos y las cosas que suceden a nuestro alrededor adquieren otras formas, incluso las golosinas; pero yo considero a los dulces como una constante insustituible y un recordatorio de las cosas buenas de la vida y es por eso que deben acompañarnos para siempre.

Será por eso entonces que nuestro querido Witold Gombrowicz se sirve de ellas en este pasaje para exponer de alguna forma su incomodidad y falta de representación frente a la propuesta del mundo adulto.

Quiero pensar, e incluso una intuición fuerte me dice que es cierto, aunque quien sabe. Me atrevo a decir que Gombrowicz comió golosinas hasta el final de sus días. Permitanme hacerme esa idea.

Por ese entonces en Polonia, he leído, circulaban una serie de golosinas que tan solo con pensarlas se me hace agua la boca.


Ptasie Mleczko: caramelos, de una sustancia blanquecina intermedia entre merengue y malvavisco, bañados en chocolate amargo datan del año 1936, momento en que Witold Gombrowicz tendría unos 33 años, edad en la que probablemente se estaría preguntando qué tanto estaba pisando el mundo de los adultos.



Un poco antes en el año 1929 tengo entendido que circulaban los llamados Krówki literalmente: vacas pequeñas. Unos caramelos de leche rellenos de dulce de leche algo similar a nuestra querida Vauquita, pero solo similar, dado que nuestras golosinas son únicas.



Por último dejenme señalar 2 manjares más:

las populares Sliwka Naleczowska bombones de chocolate que en su interior atesoran una ciruela totalmente disecada. 





Y el famoso Toruńskie Pierniki, ícono de la cocina nacional de Polonia. Se trata de un pan de jengibre que se produce desde la edad media tienen muchas formas increibles (suelen hacerse con moldes artesanales de madera, ¡como algunos higashi!)







¡Oh el vasto mundo de las golosina!
Gracias Romina Gretter por invitarme a participar de este congreso y facilitarme toda la información necesaria para llevar a cabo esta investigación.

Por ahora no tengo nada más por decir, solo prueben todo lo que puedan y recuerden cepillar sus dientes.

Cariños,
Naná