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lunes, 14 de octubre de 2013

ENTREVISTAS NANÁ: Fradi Fradi, una reflexión sobre golosinas y literatura

Fradi Fradi comparte un poema sobre las Galletitas Toddy y se atreve a responder las preguntas de Naná. 
"Galletitas Toddy"

en un apocalipsis
de pasión
me acuerdo del momento
primigenio
las Galletitas Toddy
las compró tu mamá
vos ibas a verte con dos amigas
se encontraban en una plaza
me trajiste las sobras
ahi las descubrí
eran tan ricas que me olvidé
de todo
yo no puedo percibir 
todo lo que olvidé
porque quizás estoy demasiado
muerto de sueño
navego en un mar de bostezo
en mi cama
con un paquete de felicidad
que rasco si es tan lindo y grande
210 gramos 
de felicidad
tatuada en el corazón
que nadie va poder borrar
ni una guerra mundial
ni un volcán retobado
ni ningún amor
ni ningún cansancio
por más que sea intenso y poderoso
este apocalipsis de pasión
me lame los labios
y yo pienso en otra cosa.






Naná: ¿Podrías poner a las galletitas Toddy al nivel de tu golosina favorita? ¿De cual? Si tuvieras que elegir comer tu golosina o unas galletitas Toddy, qué elegirías?
Fradi: Si, las Galletitas Toddy son lo mejor del mundo  junto con los bon o bones. No podría elegir, creo que son excelentes las dos, son además dos formatos muy diferentes. Estaría interesante ver que pasaría si salieran unas galletitas de bon o bon, ese sería el combate decisivo.

Naná: ¿Cual fue la golosina más increíble que probaste en tu vida?
Fradi:
Si la más increíble es por el gusto creo que los bon o bones, realmente los disfruto muchísimo. pero la que cada tanto como -es decir cada muchísimos meses o años- y siempre me sorprende muchisimo es el Holanda, en todos los aspectos; porque no entiendo en qué consiste, además siempre me parece muy linda por tamaño, envoltorio y diseño en general... cuando compro una me parece muy increíble, en todo sentido. Sobre todo porque aprecio mucho la estética de las golosinas. A veces me gusta comprar algunas que considero lindas y que por ahi no me gustan tanto de sabor, para tenerlas de adorno como las bananitas dolca. Ese es un factor de incredibilidad importante.

Naná: Si fueras una golosina…¿ cual serías? ¿Por qué ?
Fradi: Sería un yummy porque son las golosinas más parecidas a seres vivos, además transmiten muchas propiedades de personalidades bellas, como alegría y amor con sus colores y diversión porque son muy masticables.

Naná: ¿Mientras lees comés golosinas? En caso afirmativo, ¿cual pensás que es la mejor golosina para acompañar un buen libro? ¿Cual la peor?
Fradi: Muchas veces leo comiendo guaymallenes, porque son baratos y realmente muy practicos por tamaño y gramaje (38 g), es decir llenan en la medida justa. Por ej. un bombon, un caramelo serían insuficientes, y alfajores triples (que suelen ir por arriba de los 60 g.) llenan demasiado para una lectura amena. Además, su sabor siempre me transmite sensaciones poderosas y bellos recuerdos. Creo que la peor para cualquier lectura son las pastillas, que en general me transmiten nada intenso. por ej. las DRF o los Refrescos.

Naná: ¿Mientras escribís tus poemas comés golosinas? ¿Preferís hacerlo a antes, durante o después?

Fradi: Así como la escritura, comer golosinas para capturar una sensación precisa es algo que requiere un espacio diferido... Algunas veces he comido durante la escritura, pero sintiendo que por ahí no le estaba prestando suficiente atención sensorial/sentimental/racional ya sea a lo que escribía o a la golosina.
En la lectura me parece que se complementan más porque ahí la golosina puede cumplir una función más práctica, y leer también; me gusta menos leer que escribir, porque siento que necesito menos atención, o al menos una atención mucho más racional que para producir algo estético. Y si quiero percibir una sensación real en una golosina, no puedo hacerlo mientras estoy pendiente exclusivamente de otra cosa. Me inclino por comer antes.
Si se quiere incluir un sabor en una poética, debe ser teniendo la sensación más patente y mejor desarrollada, ya interiorizada tanto en lo corporal como en lo racional y emocional. Es un proceso que necesita maduración y no se puede dar en paralelo a la escritura.